Ausencia que es presencia… In memoria, Dora Elvia Enríquez Licón

Agradecemos al Doctor Juan Manuel Romero Gil este texto que rinde homenaje a la trayectoria de nuestra profesora.

Dora Elvia Enríquez. In memoria 
Agosto 2022

El 4 de agosto fui al hospital a visitar a Dora Elvia, la doctorísima como la llamaba, justo un día antes de su lamentable partida. Me coloqué a su lado y le expresé el afecto y reconocimiento que sentía por ella, ambos inconmensurables. Enseguida hice un recordatorio del papel académico tan importante que tuvo durante las tres décadas que le dedicó a la docencia e investigación histórico social en el Departamento de Historia y Antropología-Unison. Comenzaban los años noventa cuando, procedente de la Universidad de Colima donde había realizado estudios de maestría, se integró a la plantilla de profesores de tiempo completo que, en esos años, les daban vida institucional a los estudios de historia. Su incorporación al DEHA resultó algo más que providencial dado su desempeño profesional y su espíritu para colaborar en diversas comisiones que definían el rumbo que, en trabajo comunitario, estábamos dando a la docencia, la investigación y la difusión histórica.

Con sus antecedentes en la disciplina sociológica y sus nuevos estudios en el campo de la historia, el papel de Dora Elvia resultó clave para el desarrollo y consolidación de las áreas curriculares de teoría y método y de la de desarrollo regional. Con su vocación innovadora los cursos sobre México y América Latina, además de los seminarios de investigación. Era un alfil, una actora de primera línea, que entendía muy bien su papel transversal en la edificación del DEHA y, sin duda, en el programa docente de la Licenciatura en Historia. Mujer incansable, para ella, tratándose de la enseñanza, la investigación y la gestión, no había reposo.

Con sus investigaciones abrió brecha como pionera en cuatro grandes ejes: el de los movimientos sociales sindicales en Sonora, hoy en día su tesis de licenciatura sigue siendo un referente obligado para los que se acercan a esta temática; otro campo que incursionó fue el de la historia de las mujeres; el tercero, uno de los retos de investigación de mayor complejidad, fue el de los imaginarios en la extinta etnia de los ópatas, con ello se alejó y conectó, con la historiografía de los yaquis por mucho tiempo dominante. Por último, destacamos sus estudios pioneros sobre la historia de la Iglesia sonorense durante los siglos XIX y XX. Gracias a su investigación doctoral se convirtió en voz autorizada en la materia. Era frecuente verla en programas locales, regionales o nacionales compartiendo sus hallazgos frente a laicos y religiosos. Sus resultados de investigación eran la materia prima que nutría los cursos y seminarios que impartía en la licenciatura y en el posgrado. Esto último resulta un legado intangible. Sus alumnos, sobre todo los que se desempeñan en la enseñanza de la historia, recibieron como legado lo que significa la pasión, la disciplina, la constancia y la vocación en la historia como conocimiento y, sobre todo, lo que significa el lente del humanismo en el oficio de historiar. Por otra parte, otro gran proyecto de gestión fue la creación de la Maestría en enseñanza de la Historia. Aunque la enfermedad que la aquejaba no le permitió estar presente en sus inicios de manera oficial, su imaginación e intuición quedaron como impronta.

La ausencia de Dora Elvia es sólo física, su presencia entre la comunidad de historiadores es grande por el legado académico que deja. El camino que ha emprendido está lleno de flores que se reproducen en cada uno de los alumnos que pasaron por su aula en la licenciatura en Historia. Por eso le decimos a sus amigos y familiares:

AUSENCIA QUE ES PRESENCIA DE DORA ELVIA EN TODOS AQUELLOS ESPACIOS, RINCONES, LUGARES EN DONDE SUS ALUMNOS LE RINDEN HOMENAJE REPRODUCIENDO SUS ENSEÑANZAS, CON BASE EN EL AMOR Y LA PASIÓN POR LA HISTORIA.