Académica puntualiza la importancia de lograr espacios universitarios libres de violencia

Jesús Alberto Rubio

Reconocer que el hostigamiento y acoso sexual no es un hecho aislado sino generalizado y normalizado, fue uno de los conceptos vertidos por la profesora María Elena Carrera Lugo en su intervención virtual dentro de la Jornada de actividades realizada en la Universidad de Sonora en conmemoración del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres.

En igual forma, en su conferencia Universidades libres espacios libres de violencia de género, dijo que trasciende la importancia de realizar diagnósticos de manera permanente sobre tipos y modos de violencia en el espacio universitario. “También debemos dar a conocer a estudiantes, personal docente y administrativo cómo implementar el Protocolo para la Prevención y Atención de la Violencia de Género”, indicó.

Carrera Lugo, consideró que es también importante hablar constantemente del tema y no sólo cuándo hay presión mediática o social. “Cero tolerancias al acoso y hostigamiento, castigando la conducta de acuerdo con la normatividad que, definitivamente, debe ser revisada”, sostuvo en el evento organizado por la Dirección de Apoyo a Programas Institucionales y el Programa Institucional por la Inclusión y Equidad de Género.

La académica universitaria planteó que la violencia que experimentan las mujeres en el espacio escolar ha sido abordada de manera más reciente por alumnas en sus trabajos de tesis de licenciatura y posgrado interesadas en el tema; incluso, afirmó que académicas e investigadoras también se han abocado a hablar sobre ese grave problema en los espacios universitarios.

“Entre más pasa el tiempo, sin duda que se ha despertado el interés por estudiar y conocer sobre lo que sucede al interior de las universidades públicas y privadas en la manifestación del tema de la violencia contra la mujer”, reiteró.

Movimiento Me Too
Recordó que en el caso de la Universidad de Sonora las autoridades universitarias comenzaron a reconocer el problema gracias al movimiento Me-Too (A mí también), con el que las mujeres comparten sus experiencias y denuncias de acoso, hostigamiento, abuso sexual y violación, justicia y solución al problema que calificó como pandemia de violencia contra las mujeres que impacta en la sociedad.

Carrera Lugo mencionó que también se tuvo gran influencia de la activista estadounidense por los derechos humanos, Tarana Burke, quien dijo que precisamente fundó en el 2006 el movimiento social Me Too en las redes sociales, animando a las mujeres a utilizar esa frase para revelar la ignominiosa omnipresencia del acoso, abuso y la agresión sexual contra la mujer.

“Burke lo hizo para que se atendiera o previniera la violencia sexual en que vivían en el espacio público las mujeres más vulnerables”, dijo.

Posteriormente, citó, ese movimiento se hizo visible en otros espacios, fundamentalmente retomándose en el 2017 dentro de las universidades, pero que ese año revivió con mucha fuerza en contra del director de cine, Harvey Weinstein, quien fue destituido de la empresa que fundó por las acusaciones de acoso sexual durante más de 30 años, “lo que fue la punta del iceberg para que de ahí en adelante en las universidades –a nivel mundial– se comenzara a denunciar de manera colectiva todos aquellos profesores, administrativos y autoridades escolares que tenían contacto con un gran número de alumnas”.

Violencia por décadas invisibilizada
En su conferencia sostuvo que las agresiones sexuales por décadas contra la mujer estaban invisibilizadas, y que en ese sentido era un secreto a voces que en los recintos educativos los y las maestras violentaban en el espacio universitario.

“Todos los que hemos pasamos por los distintos niveles educativos de alguna manera este problema lo hemos vivido; sin embargo, se prestaba mucho a chascarrillos diciéndonos “no pasa nada, este maestro o prefecto es así”, advirtiendo que ello era resultado de que el tema de las violencias no era parte de una política pública, y que, lo más que hacían era reírse, abrazarse entre ellas y sentir que todo era normal. “Así era el contexto”.

Por fortuna, dijo que a partir de 1975 ya se tendría una carrera importante por hacer visible a través del movimiento feminista de defensa de las mujeres en todos los espacios.

Los tendederos
María Elena Carrera hizo referencia a que después de que se vivió aquel proceso de denunciar en las universidades –2018— comenzó a darse una expresión social muy latinoamericana: el movimiento del tendedero del acoso y hostigamiento sexual.

El primer registro en el país sobre ese tipo de expresión dijo que ocurrió en el 2018 en la UNAM siguiéndolo una veintena de universidades mexicanas, incluyendo nuestra casa de estudios. “Lo hicieron de una manera muy sugestiva, especialmente denunciando acosos y hostigamientos”, recordó, para enseguida definir ambas conductas: “acoso es entre pares, y el hostigamiento, la relación asimétrica que se vive con alguna autoridad universitaria o maestro”.

Carrera Lugo indicó que en esos tendederos se denunciaba a otros compañeros para visibilizar a aquellos docentes que no cumplían a carta cabal con su función de formar buenos ciudadanos y ciudadanas.

“A la universidad no solamente se viene a aprender; ella es como un crisol de muchas culturas y visiones para juntos construir una manera de ser y de comportarse con una formación democrática”, expresó.

Los tendederos del acoso, después de la UNAM, comentó que siguieron en el Instituto Politécnico Nacional en las universidades de Hidalgo, Tlaxcala, Puebla, Coahuila y a todo lo ancho del país, “dándose esa acción de forma muy muy sanadora por sacar a la luz pública un problema que estaba “tapado”, escondido, ocultado.

“El último que aquí tuvimos se llevó a cabo por estudiantes de la carrera de Medicina en el 2020, en el que uno de los médicos que había sido exhibido dio una respuesta en su Facebook que, para muchos docentes y autoridades y alumnas, fue una llamada de alerta porque decía que las jóvenes no tenían ninguna credibilidad en lo que habían denunciado en el tendedero.

“Esa vez, la hoy rectora y en ese de la Unidad Regional Centro, María Rita Plancarte Martínez, de inmediato envió un comunicado llamando a la cordura de las expresiones del docente, pidiéndole tuviera respeto absoluto a lo que las alumnas estaban expresando”, dijo.

Además, añadió, hizo saber que toda denuncia sería atendida por la institución y que posteriormente citó a todos los jefes de departamentos y directores de división para informarles sobre el trabajo que se estaban realizando y el protocolo de atención y prevención del acoso y hostigamiento en la institución, advirtiendo que era importante se conociera ese instrumento, el que tendría que ir caminando en ese sentido hasta concretarlo.

No estamos exentos de las violencias
“En un contexto de violencia extrema, es muy difícil que una institución socializadora tan importante, como lo es nuestra alma mater, esté exenta de esta grave presencia de las diferentes formas de violencia que se manifiestan en todos los ámbitos”, puntualizó. Por ello, señaló la importancia de diagnosticar y hacer indicadores que permitan valorar la incidencia de quien tiene ese tipo de conductas atentatorias de las estudiantes.

Planteó que no sólo en la Universidad de Sonora, sino en muchas otras instituciones de enseñanza, se han anunciado o ya iniciado protocolos, es decir, un conjunto de reglas basadas en la normatividad que permita dar cauce a la expresión y denuncia de las formas universitarias.

“La exigencia de las alumnas en esos últimos años fue que se asumiera como una problemática grave; que ya era tiempo de que visibilizara y se diera respuesta a este problema”.

Liderazgo de mujeres
Consideró que la presencia de liderazgo de las mujeres en puestos directivos de la actual administración universitaria se debe a que hay mucho ánimo y entrega de gran servicio, lo que facilita las tareas a todas las áreas. “El más grande ejemplo es que después de 79 años por vez primera tenemos una mujer rectora”, destacó.

De cierre en su conferencia, habló sobre el concepto de la vulnerabilidad entre las universitarias, las que deben contar con el ejercicio pleno de todos sus derechos y libertades, a la vez de señalar que las universidades tienen que mantener e impulsar una visión y perspectiva con una política educativa diferenciada, reconociendo que hay una equidad en el género.

Asimismo, advirtió que se debe entender muy bien qué perfil de gente debe estar al frente de las comisiones o instancias donde se presentan las denuncias; “deben ser personas capacitadas, experimentadas que conozcan sobre el tema; que también se ventile la información sobre los procedimientos a seguir cuando se dan quejas, y que no sólo hablen del problema en determinadas fechas o cuando se presente alguna expresión social de denuncia.

“Las universidades deben prever y generar un ambiente adecuado para el desarrollo integral de las personas que estamos a al interior del campus, reconociendo que los protocolos, mecanismos e instancias relacionadas con la resolución de las quejas, se fortalezcan”, concluyó.