El vestido es, en primer lugar, una forma de distinción entre los roles de género, así como la diferenciación de grupos sociales, estableció Ana Lourdes García Vega, estudiante del sexto semestre de la Licenciatura en Historia de la Universidad de Sonora.
Al participar con su ponencia Atavío femenino y moral en Sonora durante el Porfiriato, en el XLII Simposio de Historia y Antropología, advirtió de qué manera la vestimenta puede manifestar representaciones como la prosperidad de una familia o grupo social.
“En este proceso social, incluso, se dan las significaciones que puede tener el vestido y sus complementos, como la joyería, desde el puramente estético, de utilidad material o monetaria”, expresó.
García Vega señaló que decidió orientar su tema hacia la historia del vestido, porque “este asunto aún no está muy estudiado en Sonora”, cuando, reiteró, existe una estricta diferenciación entre el atavío femenino y masculino. La ropa, sostuvo, es una forma objetiva de cómo nuestra sociedad impone roles de género, pero también es como una especie de expresión de la moral.
Y, como en la época del Porfiriato, puntualizó, está vigente que hoy en día prevalezcan diversos patrones para vestir, de acuerdo al contexto a donde se asista: sea la escuela, reunión familiar o a la iglesia. (JAR)