La violencia de género es una problemática generalizada a nivel mundial que no respeta espacios ni civilizaciones que se consideran más avanzados, como las universidades; y muestra de ello son las denuncias colectivas y manifestaciones que las universitarias han realizado a lo largo del país para visibilizar casos de acoso y hostigamiento que sufren en este nivel educativo, señaló Alejandra Hidalgo Rodríguez.
En entrevista, la representante de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (Conavim) y responsable del área de educación y de atención a niñas, niños y adolescentes, consideró que manifestaciones como #MeToo o del colectivo chileno Las Tesis, derivan de la grave situación de violencia que vive la mujer, y el ámbito universitario no ha sido la excepción.
En la Conavim “estamos viendo la problemática de acoso y hostigamiento que hay en las universidades del país, y nos han llamado para ver qué se puede hacer, desde estudiantes, maestros, y autoridades universitarias que no saben cómo hacer para atender estos casos que les están surgiendo y que se han potenciado por la cuestión de las redes sociales, por #MeToo y las denuncias en redes sociales donde se detectan a maestros o trabajadores o autoridades que han ejercido violencia contra las mujeres”, reveló.
En algunos casos la denuncia es individual; en otros, colectiva, y principalmente de manera anónima, e incluso hay universidades donde se ha llegado al cierre total de instalaciones; sin embargo, se requiere la denuncia formal e institucional, pues “no se pueden seguir procesos contra los posibles agresores si no se tiene una queja formal, y eso es muy importante” destacó.
Hidalgo Rodríguez recordó que la incursión de las mujeres en el ámbito universitario se dio a finales del siglo XIX, mientras que en el siglo XX ésta se generalizó a todos los contextos de la vida pública. “¿Qué pasa cuando esto sucede? Que estas estructuras que durante siglos habían pertenecido a los hombres, porque ellos las habían creado, comienzan a tener cambios estructurales, y las primeras mujeres que incursionaron en la vida universitaria fueron recibidas de manera hostil porque venían a quitar espacios que antes eran para los hombres o porque se creía que las mujeres no tenían la suficiente capacidad, incluso cerebral”, señaló.
Ello ha decantado en una serie de problemáticas, pues a pesar de que algunos espacios se han hecho igualitarios, en cierta medida estos cambios estructurales de desigualdad en el acceso de las mujeres se traducido en violencia; a partir de la comunicación en redes sociales las denuncias han visibilizado situaciones de violencia que antes se vivía de manera normalizada, dijo.
Reconoció que las denuncias en redes sociales por parte de la comunidad estudiantil universitaria han servido para exponer un problema, pero al mismo tiempo se carece de un procedimiento legal, lo que ha orillado a las universidades a responder y crear protocolos para atender los casos de violencia de género.
“El reto de las universidades es tener un protocolo, que es el que da la ruta a seguir en este tipo de casos; y la segunda, es la respuesta, ya está la ruta a seguir, ya está en un papel, pero los protocolos no son documentos que quedan ya establecidos para siempre, sino que pueden tener mejoras y eso es importante, el protocolo está y se va implementar, pero hay que ver dónde se hacen cuellos de botella para la atención y dónde se hacen problemáticas para mejorar dichos procedimientos”, precisó.